martes, 20 de febrero de 2024

Grillito desde chiquito

Mis dotes para la política se iniciaron siendo yo muy joven, como se puede comprobar en esta foto aproximadamente de 1956, en la que me entrenaba para ser un tribuno tan demagogo y populista como el que más.

lunes, 19 de febrero de 2024

¡A por la democracia en tres tiempos!


(Noviembre 13 de 2022, febrero 26 de 2023 y febrero 18 de 2024)

domingo, 18 de febrero de 2024

Concentración democrática en el Zócalo

Estuve presente hoy en un hecho histórico: la concentración masiva en el Zócalo capitalino, a favor de la democracia en México y la defensa de las instituciones. Fue un acto más que emotivo en al que nos reunimos, según mis cálculos, unas 300 mil personas (los organizadores dicen que éramos 700 mil, creo que exageraron un poco, como exageró sobremanera el gobierno de Martí Batres al "calcular" 90 mil).

  Hubo un sólo orador, Lorenzo Cordova, quien pronunció un gran discurso. Conmigo iban mi hermana Ivette y su hijo Carlos y al final del mitin nos reunimos con mi hermana Myrna, su esposo Jorge y su hija Leyla. Cominos-desayunamos en un restorancito de la calle Regina y nos regresamos a Tlalpan en el carro de Jorge y Myrna (de ida me fui con Carlos e Ivette en un taxi que alquiló ella).

  Gran jornada. Pacífica, ordenada, entusiasta, emocionante (cuando cantamos el Himno Nacional para cerrar la ceremonia, fue precioso).

  Vienen poco más de tres meses definitorios para el país.

sábado, 17 de febrero de 2024

Recuerdo


Con mi gran amigo de (casi) toda la vida (desde 1970, cuando yo tenía 15 y él 12 años) Adolfo Cantú, en una foto que nos hizo nuestra mutua amiga, la entrañable, bella y talentosa Isadora Hastings, en Tlalpan, por allá de 2001 o 2002.

jueves, 15 de febrero de 2024

La reina Margot

Amo esta película, una de mis favoritas del cine francés y que me abrió una veta de interés histórico al revelarme una etapa fascinante de la historia de Francia en la que he profundizado para descubrir hechos sorprendentes, desde la terrible noche de San Bartolomé hasta la extraordinaria historia del rey Henri IV (además del plus que significa la presencia de la divina Isabelle Adjani en el papel de Margot).

martes, 13 de febrero de 2024

Bandera obradorista


Y a López Obrador aún le falta enviar una iniciativa constitucional para cambiar la bandera de México.

lunes, 5 de febrero de 2024

Día de la Constitución Mexicana (una foto que tiene cien años)

Hoy que es día de la Constitución Mexicana, un retrato de mi abuelo paterno, Emiliano García Estrella, diputado constituyente por el estado de Sinaloa en el Congreso de Querétaro de 1917 (con él, mi tía Esperanza y mi papá -en el triciclo-, Juan García Ayala, cuando aún vivían en Mixcoac, antes de mudarse a la Quinta Guadalupe, en Tlalpan. La foto debe ser aproximadamente de 1924, hace justo un siglo.

domingo, 4 de febrero de 2024

En Tepic, en 1972 o 73

Este soy yo en una foto durante el Festival de Cine Independiente en Tepic, Nayarit, en 1972 o 73. Tenía 17 o 18 años de edad, aunque creo que me veo más chico. Notar mi cabello largo (o mi "greña", para decirlo en el lenguaje de aquellos tiempos). Fue un viaje muy divertido, por cierto, al que acompañé a mi hermano Sergio. La foto me la compartió el director de cine Juan Antonio de la Riva, quien hacía sus pininos en ese festival.

viernes, 2 de febrero de 2024

Se visten Niños Dios

Esta tarde en el mercado "La Paz" del centro de Tlalpan, en busca de que me vistan o me restauren (foto de Paulina de la Vega)

jueves, 1 de febrero de 2024

The Warning - S!CK (Official Music Video)


The Warning acaba de estrenar esta noche su nuevo sencillo, el primero de su cuarto álbum, mismo que aparecerá este 2024. El tema se llama "Sick" y es tan contudente y vertiginoso como irónico y divertido. El video es una joya y además hay un homenaje involuntario a "La Mosca". Aquí les dejo el videoclip para que lo vean. Son poco más de tres minutos del mejor rock. Las hermanas Villarreal nunca decepcionan (como se dice por ahí: son incapaces de escribir una mala canción). Sensacional.

martes, 9 de enero de 2024

viernes, 5 de enero de 2024

Leer

“Me gusta imaginar lo pasmado que se quedaría el bueno de Homero, quienquiera que fuese, al ver sus epopeyas en las estanterías de un ser tan inimaginable para él como yo, en medio de un continente del que no se tenía noticia”.

Marilynne Robinson

Cuando era niña me gustaba leer


“Leer es siempre un traslado, un viaje, un irse para encontrarse. Leer, aun siendo un acto comúnmente sedentario, nos vuelve a nuestra condición de nómadas”.


Antonio Basanta

Leer contra la nada


“El libro es, sobre todo, un recipiente donde reposa el tiempo. Una prodigiosa trampa con la que la inteligencia y la sensibilidad humana vencieron esa condición efímera, fluyente, que llevaba la experiencia del vivir hacia la nada del olvido”.


Emilio Lledó

Los libros y la libertad


“Parecen dibujos, pero dentro de las letras están las voces Cada página es una caja infinita de voces”.


Mia Couto

Trilogía de Mozambique

jueves, 4 de enero de 2024

La chinoise

El segundo auto regalo que me di en este cambio de año (sólo me falta uno) y me llegó hoy. Una joya delirante de Godard, filmada en 1967.

martes, 2 de enero de 2024

Mon père, 103 annes

Hoy 2 de enero, mi papá hubiera cumplido 103 años (nació en Mixcoac, DF, en 1921). Esta es una de sus últimas fotos, tomada en Tepepan, en 1987, rodeado de sus entonces cuatro nietos: Alain y Jan (mis hijos) y Axel y Leyla (hijos de mi hermana Myrna). Siempre lo tengo presente, a diario. El gran Johnny.

lunes, 30 de octubre de 2023

Antonieta Rivas Mercado, una vida tan fugaz y definitiva como un disparo


*Antonieta fue una de las figuras más importantes para el arte y la cultura en el México post revolucionario


*Su padre, el arquitecto Antonio Rivas Mercado, fue el autor de la Columna de la Independencia


*Con la fortuna que heredó de su progenitor, se dedicó a apoyar a los artistas más importantes del país


*Su idilio con José Vasconcelos fue definitivo en su vida e incluso en su muerte


*Se suicidó en la catedral de Notre Dame de París, dándose un tiro en el corazón


Actriz, mecenas, escritora y promotora cultural, fue una de las figuras más importantes para la cultura y el arte en México durante la primera década posterior a la revolución. A lo largo de esos años, desempeñó un papel muy importante en la promoción de las artes plásticas, la literatura, la música y el teatro, así como en la defensa activa de diversas causas políticas y sociales, entre ellas la democracia y los derechos de las mujeres. 

  Nacida en la Ciudad de México, el 28 de abril de 1900, María Antonieta Valeria Rivas Mercado Castellanos estuvo rodeada en su infancia y adolescencia por un ambiente cultural enriquecedor. Su madre, Matilde Cristina Castellanos Haff, era una gran entusiasta de las artes, mientras que su padre, Antonio Rivas Mercado, fue un notable arquitecto, autor de la Columna de la Independencia, levantada en 1910, durante las fiestas del Centenario, y de otros monumentos y edificios del porfiriato como el Teatro Juárez, en la ciudad de Guanajuato, y el Palacio Municipal de Tlalpan, en el entonces Distrito Federal. Esta combinación de influencias familiares contribuyó a la formación de su personalidad y su inclinación por la cultura y las artes. 


Una educación sólida y exquisita

Desde niña, Antonieta mostró inquietudes artísticas, además de poseer una inteligencia precoz. Pasó su infancia al lado de sus padres y sus hermanos Alicia, Amelia y Mario, al tiempo que recibía una educación sólida gracias a las institutrices que tuvo y a los varios viajes que desde temprana edad hizo a Europa en compañía de su padre. Tras visitar París a los ocho años de edad, se entusiasmó con la idea de dedicarse al ballet en la Ópera Garnier, pero don Antonio se opuso a ello viendo que era muy pequeña. Resultó esa quizá la única ocasión en la que él no la secundó, ya que fue el único hombre de quien Antonieta recibió siempre un amor y un apoyo incondicionales. 

  Tenía ella 18 años cuando se casó con el estadounidense Albert Blair, con el que en 1919 tuvo un hijo al que llamaron Donald Antonio. Blair era amigo de la familia del asesinado presidente Francisco I. Madero y administraba una mina de dicha familia en Zacatecas. Más adelante, se convirtió en administrador y apoderado de sus bienes y tierras en la región lagunera. Realmente no existía mucha afinidad de intereses entre los esposos y en 1926 el matrimonio se disolvió, quedando la patria potestad de su hijo en manos de Albert (se cuenta que una de las razones del divorcio fue la oposición del marido a la amistad entre Antonieta y el muralista Diego Rivera). A pesar del golpe moral que esto le significó, Antonieta quedó libre y dueña de sí misma y fue a partir de ese momento que pudo dar rienda suelta a sus inquietudes artísticas e intelectuales.


Una joven mecenas

Cuando su padre murió, cuatro años más tarde, la joven heredó una parte de la vasta fortuna paterna y decidió  dedicarse al mecenazgo artístico y cultural.

  El primer artista con quien entró en contacto fue el pintor Manuel Rodríguez Lozano, quien era maestro de pintura de su hermana Amelia y del que se enamoraría de la manera más apasionada. No obstante, se trataba de un amor imposible, debido a la homosexualidad de Rodríguez Lozano. Aun así, se hicieron grandes e íntimos amigos y fue él quien la impulsó a ser escritora y protectora de las artes. 

  Manuel empezó a presentarla con varios de los artistas e intelectuales más connotados de México. Fue así como conoció a personajes de la cultura como los entonces muy jóvenes Salvador Novo, Xavier Villaurrutia, Gilberto Owen, Agustín Lazo, Roberto Montenegro, Lupe Medina de Ortega y Clementina Otero. Todos ellos pretendían modernizar el quehacer teatral en México, por lo que Antonieta decidió apoyarlos económicamente y de esa manera patrocinó la creación del hoy legendario Teatro de Ulises, grupo que al ya contar con recursos económicos pudo escenificar obras de Lord Dunsany, Claude Roger-Marx, Eugene O’Neil, Charles Vildrac y Jean Cocteau, siempre con la idea de crear un teatro con puestas en escena novedosas y accesibles a todos los sectores sociales. No sólo eso, también se crearon las Ediciones de Ulises, siempre bajo el patrocinio de Rivas Mercado, y se publicaron tres libros: Novela como nube de Gilberto Owen, Los hombres que dispersó la danza de Andrés Henestrosa y Dama de corazones de Xavier Villaurrutia.

  El impulso cultural de Antonieta se había desatado y con ello su influencia en los más altos sectores gubernamentales. De esa manera, logró reunir en su casa  a varios miembros del gabinete del presidente Plutarco Elías Calles. En esas reuniones se constituyó un patronato que permitió la creación de la Orquesta Sinfónica de México, a solicitud del compositor y director de orquesta Carlos Chávez.


La revista (y el grupo) Contemporáneos

Rivas Mercado no sólo era mecenas, también fue la primera persona que tradujo al inglés –hablaba cinco idiomas además del español: inglés, francés, alemán, griego e italiano– las obras de Federico García Lorca, a quien había conocido en Nueva York. 

  En 1928, ayudó decididamente a la fundación de la mítica revista Contemporáneos, misma que se convirtió en un importante medio de difusión para escritores, poetas y artistas mexicanos. La publicación contribuyó a promover y consolidar el movimiento literario conocido precisamente como “Los Contemporáneos”, el cual tuvo una influencia muy significativa en la cultura mexicana de la época.


Su encuentro con el Ulises criollo

Un año más tarde, en 1929, Antonieta conoció a un personaje que sería definitivo en su vida: el escritor e influyente político de oposición al gobierno callista José Vasconcelos. A partir de ese momento, su vida dio un vuelco radical. Al tiempo que el ex secretario de Educación Pública y gran impulsor de la cultura se lanzaba como candidato a la presidencia de la república, los dos personajes iniciaron una tormentosa relación sentimental. Apasionada como era, Rivas Mercado se entregó en cuerpo y alma a apoyar a Vasconcelos y a pesar de las súplicas de su gran amigo Rodríguez Lozano, para que no abandonara sus proyectos culturales, la enamorada Antonieta no hizo caso alguno y se interesó de lleno en la política, sobre todo porque el futuro autor del Ulises criollo le había prometido que, de llegar a la presidencia, concedería el voto a las mujeres.

  Dedicada de lleno a su compromiso con la causa del sufragio femenino, se fijó la meta de despertar el deseo de votar en las mexicanas, de hacerlas sentir que era su derecho. En su ensayo La mujer mexicana, escribió: “Es preciso, sobre todo para las mujeres mexicanas, ampliar su horizonte, que se les eduque e instruya, que cultiven su mente y aprendan a pensar”.

  Cada día que pasaba, la idealista Antonieta admiraba y creía más en José Vasconcelos y su causa en pro de un México instruido, con una educación que comenzara desde abajo, ofreciendo a los más talentosos la oportunidad de llegar a niveles de excelencia mundial. Escribiría en su crónica de la campaña vasconcelista que “el pueblo había despertado ya de su largo letargo. El mexicano volvía a sentir el orgullo de ser capaz de reconquistar su destino”. Creyó ciegamente que Vasconcelos iba a ganar las elecciones contra el candidato oficialista y por ello dio todo de sí: su amor a aquel hombre, pero también su inteligencia y, sobre todo, su fortuna.


Un obligado exilio

En agosto de aquel mismo 1929, Rivas Mercado sufrió una crisis nerviosa provocada por el exceso de trabajo y los médicos le aconsejaron retirarse de sus actividades por un tiempo. Viajó entonces a Nueva York, donde siguió trabajando como promotora cultural. 

  Estando aún en el extranjero, sobrevino el estruendoso fracaso de la campaña de su amado, no sólo por los terribles asesinatos contra militantes vasconcelistas sino por la forma como el gobierno impuso a su candidato, el gris ingeniero Pascual Ortiz Rubio, un hombre al que Calles podría manipular y con el que se iniciaría el llamado Maximato. Vasconcelos y los suyos, entre ellos por supuesto Antonieta Rivas Mercado, consideraron que la elección era el mayor fraude político de la historia mexicana. Había sido una elección de Estado, como en los peores tiempos de la dictadura porfirista, pero ante ello no había mucho qué hacer.

  En marzo de 1930, Antonieta se vio obligada a regresar a México, ya que había perdido en definitiva, en un juicio que ella consideró amañado, la patria potestad sobre su hijo Toñito, como ella lo llamaba. Al ver que no había manera legal de recuperarlo, tomó la arriesgada decisión de secuestrarlo y huyó con él a Bordeaux, al suroeste de Francia. Oculta en esa hermosa ciudad, se dedicó a escribir sobre su reciente experiencia política y fruto de ello fue su excelente libro La campaña de Vasconcelos, en el que denunciaba los vicios del sistema político mexicano en los años veinte. 

  Pero su relación con José continuaba y ambos se reunieron en París a principios de 1931. Una vez juntos, fundaron la revista Antorcha. Sin embargo, no fue un reencuentro feliz. Aunque ella seguía profundamente enamorada, él no parecía estarlo tanto y eso la deprimió. Peor aún: desde México continuaban persiguiéndola con el fin de arrebatarle a su hijo y su dinero era cada vez más escaso. Cuando finalmente supo que tendría que entregar a Toñito a su padre, el derrumbe fue absoluto.


Un disparo en Notre Dame

El 11 de febrero de aquel 1931, luego de que la noche anterior había tomado subrepticiamente el revólver que guardaba Vasconcelos en la casa que compartían, se dirigió a la catedral de Notre Dame. Era una mañana muy fría y en el interior del recinto había pocos feligreses.

  La historiadora mexicana Bertha Hernández narró lo  sucedido en un artículo para el diario Crónica, publicado apenas en julio de 2023:

   “Los testimonios que levantaron la prensa y la policía francesas la describieron como una mujer alta, esbelta, vestida con elegancia y completamente de negro; seda negra en las piernas. No se le veía el rostro, llevaba un largo velo. Había terminado la misa; apenas quedaban unas cuantas personas en la catedral de Notre Dame.

  Un cura joven pasó, con un mensaje que llevaba a la sacristía; advirtió a la mujer, de pie ante una imagen de Cristo crucificado. Ella se acercó a un reclinatorio y se arrodilló. Parecía orar. Luego, sacó de su bolso una pistola y se la llevó al pecho. Disparó.

  El sonido del tiro rebotó en los antiguos muros medievales y se mezcló con las campanas que marcaban las doce y media del día. Uno de los feligreses volteó y lanzó un grito, al ver cómo la mujer se desplomaba. Llegó corriendo el sacerdote que unos momentos antes había visto a la dama enlutada.

  -¡Cierren las puertas!

  Alcanzaron a administrarle la extremaunción a la moribunda. Con un abrigo improvisaron una almohada; alguien la arropó con un chal. Apareció el párroco, quien mandó a todo mundo a su casa, advirtiendo que a la brevedad se realizaría el oficio de reconsagración del templo: la grandiosa Notre Dame, joya de la Ciudad Luz, había sido profanada por la voluntad suicida de una mujer que, luego se sabría, era mexicana. No sabían quién era. Murió sin decir nada acerca de su nombre o su familia. Llevaba colgada al cuello una medalla de la Virgen de Guadalupe”.


Datos posteriores

Tiempo después se conocerían algunos pormenores de la muerte de Antonieta Rivas Mercado, gracias en especial al testimonio escrito por el propio Vasconcelos en sus memorias. 

  Cuenta el escritor y político que el entonces cónsul general de México en París, Arturo Pani, le informó de la muerte de “Valeria” (el nombre con el que Antonieta se hacía llamar en Francia, para mantener su anonimato) y pasó a recogerlo en un taxi para ir juntos al Hotel Dieu, donde la policía parisina tenía el cadáver. En el camino, Vasconcelos rompió en llanto mientras Pani le contaba:

  “Hace unas horas, antes de mediodía, me llamó por teléfono; me dijo con naturalidad, como si se tratara de tomar un tranvía: «En este momento, ingeniero, voy a pegarme un tiro.» Algo en el tono de su voz me alarmó y pretendí detenerla, diciendo: «Dónde está, dígame dónde está para ir a verla, quiero hablarle»… «No, no», repuso, y añadiendo: «¡Adiós, adiós!», se retiró del teléfono… Media hora después me avisó la policía”.

  A nadie se culpó de la muerte de Antonieta, ni siquiera a Vasconcelos por ser el dueño legal del revólver con el que se ella quitó la vida. Para las autoridades francesas, la causa oficial del suicidio fue “una perturbación mental momentánea, ocasionada por dificultades matrimoniales”.

  Respecto al cuerpo, este fue sepultado en el cementerio de Père Lachaise. Los restos permanecieron en su tumba durante cinco años, hasta 1936, cuando fueron trasladados a la fosa común del propio cementerio, ya que nadie se ocupó de refrendar los derechos del sepulcro; mucho menos Vasconcelos, quien para entonces se encontraba ya muy lejos de París.


(Texto que escribí para el sitio del Archivo Casasola)

miércoles, 11 de octubre de 2023

París 2023, primer día

Aterrizamos en el aeropuerto Charles De Gaulle al filo del mediodía parisino. El vuelo fue muy bueno y poco cansado. Recogimos sin problema nuestro equipaje y pasamos igualmente sin problema por migración (Máfer lo hizo antes que yo y cuando en seguida llegué con la chava que atendía, me preguntó en español, luego de mirar mi pasaporte: "¿Viene con ella?". Le contesté que sí y me dijo: "Pase". Así de sencillo). Una vez ya oficialmente en Francia, nos fuimos de la Terminal 3 (a la que llegamos) a la 2, en el tren interno del aeropuerto. De ahí llegamos, tras larga caminata, al R.E.R., compramos cada quién un pase por cinco días para el transporte en París y abordamos para cruzar de norte a sur, por la Línea B, hasta la estación La Croix de Berny, en Fresnes. Fue un viaje de casi una hora. Dar con el airbnb fue sencillo, ya que ambos somos bien orientados y sabíamos cómo llegar. Al arribar, nos esperaba ahí el señor Malek, padre de Layda, nuestra anfitriona, quien muy amable nos enseñó el airbnb, nos explicó algunas cosas y nos entregó las llaves. Estábamos felices y nos hicimos una selfie de los dos en un espejo que estaba entre la toilette y la salle de bains. Antes de irnos propiamente a París, decidimos pasar al cercano súper mercado para abastecernos un poco, sobre todo pensando en la cena y en el desayuno del día siguiente. Nos gastamos como 30 euros, pero compramos suficientes víveres.

  Como a las cinco nos fuimos a París, en el R.E.R., el cual habrá de ser nuestro medio de transporte básico durante toda la estancia. Viaje de unos veinte minutos hasta la estación Saint Michel-Notre Dame, de la misma Línea B, para bajarnos ante lo que para mí es la puerta de la ciudad: la fuente de Saint Michel. Cruzamos la calle y, desde el Pont Saint Michel, Maf vio el Sena por primera vez en su vida (yo por tercera). Fue muy bello ver su emoción. Le tomé un par de fotos. Caminamos hacia el Pont Neuf y bajamos los escalones para hacernos fotos en el lugar donde Woody Allen y Goldie Hawn aparecen bailando en la película de 1996 Everyone Says I Love You. De ahí caminamos a la explanada de Notre Dame. La catedral sigue bardeada por las reparaciones, luego del incendio de 2019, pero iluminada se ve bellísima de todos modos. Un grupo de jazz tocaba frente a unas butacas y nos sentamos a verlo un par de canciones. Como teníamos hambre, decidimos ir a cenar al cercano Barrio Latino (el legendario Quartier Latin de orígenes medievales). Volvimos a la fuente de Saint Michel y nos internamos por las preciosas calles retorcidas del barrio. Al final, únicamente nos compramos una crepa (yo la quise de sucre, como la primera que me comí en París en 2004 y la de Maf fue de tres quesos). Paseamos un poco y como estábamos todavía con los efectos del jet lag, decidimos regresar al airbnb. Línea B de regreso y entre diez y once arribamos sin problema "a casa". Había que descansar para disfrutar en forma de la ciudad a partir de mañana, nuestro segundo día en ella. 

martes, 10 de octubre de 2023

París 2023, día cero

Lo llamo día cero porque aunque hoy salimos de Ciudad de México a las seis y diez de la tarde, el arribo a París será ya el día 11 de allá, al filo del mediodía. Pero no adelantemos vísperas...

  Finalmente, el viaje tan largamente planeado desde hace más o menos un año y que tantos cambios de fecha y de acompañantes fue sufriendo, al fin se convirtió en realidad. 

  Todo empezó con una foto en Facebook, por allá de octubre de 2022. Por casualidad me topé con una fotografía mía, en uno de los puentes del río Sena (quizás el Pont Neuf) y decidí subirla a mi página de FB como un mero recuerdo. Quizo el destino que mi primo Gustavo la viera y me pusiera un comentario: "¿Para cuándo el siguiente?", refiriéndose a un siguiente viaje a la capital de Francia, luego de que en 2004, hace diecinueve años ya, gracias a un boleto que me consiguió pude ir por primera vez a esa ciudad. 

  Le respondí en mensaje privado que mi idea era tratar de ir a París en marzo de 2025, para celebrar allá mi cumpleaños 70, pero me dijo algo así como "mejor de una vez, ¿qué tal que para entonces ya no estoy?". Quedamos entonces de vernos para cenar y lo hicimos a los pocos días en el restaurante bar "La Tlalpense", en los portales del centro de Tlalpan. Le comenté que con gusto aceptaba su generoso ofrecimiento y le pregunté qué tan factible sería contar con dos pasajes, pues no me gustaba la idea de ir solo. Me dijo que no había problema y entonces el proceso del viaje se echó a andar.

  Algún tiempo atrás, yo le había dicho a mi querida y entrañable amiga Daniela que algún día tendríamos que ir juntos a París, pero no pasaba de ser un proyecto vago y hasta ilusorio. Ahora que se daba la posibilidad de concretarlo, la cité para comer y días más tarde, ya en noviembre, nos vimos en un restaurante de mariscos en Avenida San Fernando, en Tlalpan. Ahí le dije lo que había pasado y le encantó la idea. Pusimos entonces como fecha para ir la de finales de marzo del 2023, para festejar allá mi cumpleaños 68, el día 26, y de paso el suyo, aunque hubiera sido a fines de enero del mismo año.

  Durante un mes, todo marchó sin problemas. Habíamos hecho cuentas sobre el dinero que cada uno debía juntar y en eso estábamos, pero un mes más tarde, me pidió que extendiéramos la fecha, debido a  algunos gastos que tendría que hacer ella, sobre todo con un tratamiento dental. Pasamos entonces la fecha de salida para agosto. Mi primo me aconsejó que lo hiciera para otro mes, ya que en agosto París se vuelve un desierto, con todo cerrado, debido a las vacaciones de los parisinos. En consecuencia, la pasamos para septiembre y, finalmente, para octubre, para el día 10, es decir, el día de hoy. Eso fue en lo tocante a los cambios de fechas.

  Mencioné que hubo también cambios de acompañantes. Primero, en el número de los mismos. Justo el 26 de marzo de este año, durante la celebración de mi cumpleaños en la Quinta Guadalupe, en Tlalpan, a la que invité a mis 20 personas más queridas, le comenté a Paulina del viaje y enfrente de Daniela le dije que era ésta quien iría conmigo. Días más tarde, Pau me preguntó si la intención de mi viaje con Dani era "de tipo romántico". Le aclaré que no y entonces me sorprendió al decirme que le gustaría sumarse a la aventura. En un principio me desconcertó, porque mi idea inicial era ir sólo con Daniela, pero luego de meditarlo y de consultarlo con la propia Dani, decidimos que era buena idea ir los tres. Así quedó el viaje en esos momentos.

  Pasaron las semanas y algunos meses. Sorpresivamente, a fines de junio Daniela me dijo que no podría hacer el viaje debido a una oportunidad de trabajo muy importante que se le había presentado. Me movió todo. Pensé en cancelar, pero ya estaba comprometido con Pau, quien además ya había comprado sus boletos para realizar un periplo que le llevaría a Nueva York, París y Londres. Había que encontrar a una reemplazante. Curiosamente, apenas tres días antes había yo acudido a la inauguración de una exposición de mi querida y talentosa amiga, la joven pintora Anniie Flores. Platicando ahí con ella, le conté del viaje y me comentó de las ganas que tenía de ir a París y sobre todo de conocer el museo de arte contemporáneo George Pompidou. Le dije que si Daniela no tuviera el boleto, se lo ofrecería a ella, a Anniie. Quién iba a decirme que tres días después Dani renunciaría al viaje. Anniie era entonces la lógica opción y la llamé el mismo día que Daniela defeccionara. Me pidió unos días para resolverme. Esto sucedió el 28 de junio. Al día siguiente, fui al festejo de cumpleaños de Paulina, en el Terraza Catedral que dirige mi hijo Alain, y ahí conocí a su lindísima amiga Máfer. Platicando con ella, salió lo del viaje de Pau y le mencioné del desmarque de Daniela y la posibilidad de que Anniie aceptara ocupar el lugar. Por no dejar, le pregunté si ella hubiese querido ir a París y me dijo que no sólo habría querido sino que estaba en posibilidades de hacerlo. Sin embargo, el 2 de julio, tres días después, Anniie me confirmó que iría. Todo parecía cerrado, pues. 

  Parecía..., porque justo dos meses después, el 2 de septiembre, cuando incluso ya había dado un adelanto para el Airbnb que había conseguido Paulina, Anniie me comunicó que debido a causas personales no podría realizar el viaje. Otra vez me metí en un dilema, a poco más de un mes de la partida. De inmediato pensé en Maria Fernanda, la amiga de Pau. Le hablé por teléfono y, venturosamente, dos días después me dijo que sí. No habría más cambios en adelante.

  Así pues, hoy martes 10 de octubre, Maf y yo emprendimos por Aeroméxico el vuelo a París, con los boletos "con disposición a espacio" que me consiguió mi querido primo Gustavo (Paulina se fue a Nueva York el día 5 y nos alcanzará el día 13 en la capital francesa).

  Llegaremos tras once horas de vuelo, ya en miércoles.  

domingo, 24 de septiembre de 2023

El asesino material de Madero

Esta foto que descubrí hoy, me tiene muy impresionado. Se trata del mayor Francisco Cárdenas, asesino material de Madero, a quien propinó dos tiros en la nuca en las afueras de la entonces Penitenciaría de Lecumberri, la noche del 22 de febrero de 1913, hace 110 años y ocho meses (y dos días). El tipo era un militar rural de la peor estofa y él y sus hombres recibieron 18 mil pesos de paga por su "misión", dinero que le entregó directamente el general Manuel Mondragón, uno de los principales instigadores del cuartelazo de la Ciudadela. Uno de los momentos más terribles de la historia de México.

domingo, 17 de septiembre de 2023

Las cosas indefinidas

Entrevista a la directora cordobesa María Aparicio por el estreno de su tercer largometraje, Las cosas indefinidas, en el FIC Marsella.

Por Alejandro Vázquez


En el panorama variopinto y multifacético del cine latinoamericano actual, destacan las cinematografías de México, Brasil y Argentina. En este mapa velozmente bocetado hay que detenerse en resaltar que los realizadores mexicanos han logrado posicionarse más por su proximidad con la comunidad latina de Estados Unidos y la disponibilidad de recursos públicos y privados dispuestos al entretenimiento del gran público de habla hispana que al desarrollo del séptimo arte como tal y a la promoción de una cultura que puntualmente reflexione desde el cine sobre sus procesos históricos, políticos y sociales, lejos ya en desarrollar la originalidad artística. 

  Si bien hay una prominencia de materiales audiovisuales de grandes presupuestos creados desde México y consumidos en todos los rincones de la lengua, en su mayoría se trata de proyectos ideados con fines de lucro y en comparación son muy escasos los creadores que presentan filmografías que no parezcan impostadas por su diálogo con las cinematografías de Europa, como las de Hari Sama o Alonso Ruizpalacios, o construyan lo genérico alternativo del oficialismo audiovisual mexicano como las de Sebastián Hofmann, Rafael Rangel o Carlos Carrera. En este sentido, Alfonso Cuarón, Guillermo del Toro y Alejandro González Iñárritu hace mucho que no son creadores “latinos” y directamente están operando muy cerca del corazón de la industria global en la transición del paradigma de estudios al paradigma de plataformas.

  En Brasil, si bien el proceso de producción de cine en el ámbito de la realización y reflexión ha logrado descentralizarse conforme se ha suscitado la democratización de los medios tecnológicos para narrar historias y para congregar mentes que indagan sobre los métodos y resonancias de este arte, se puede hallar por cada ciudad al menos un director y crítico de envergadura que avanzan en la creación de materiales fílmicos con mérito artístico propio, en mayor o menor medida textos académicos o de divulgación regional y cuyo caso más notable, a tres lustros de su estreno, sigue siendo Santiago de João Moreira Salles. 

  En Argentina se observa el desarrollo de una apuesta estatal de gran centralismo que ha logrado conjurar a creadores de todas las provincias y proveerlos de los medios técnicos y económicos para consolidar una industria nacional que compita a la par con otras de la región y del mundo y que parte de una enraizada tradición teatral de larga historia. En este sentido, en la provincia de Córdoba, Argentina, es notabilísima la continua aparición de cineclubes, críticos y realizadores que han sabido defender con mucha dignidad y originalidad su derecho a la expresión cinematográfica con un dialogo casi ininterrumpido que se puede rastrear desde 1905 hasta el presente, con la tradición del cine desde la pasión cinéfila y desde la pulsión creativa, ya que con tres décadas de expansión, la cinematografía cordobesa refleja una cultura de cine mayormente artesanal de altísima factura que expresa búsquedas autorales independientes y dialoga con la historia del arte cinematográfico de todas las épocas y latitudes y que sabe apropiarse de sus características para mostrar una marca identitaria propia que está en auge desde principios del siglo XXI.

  En la opinión experta de Roger Koza, uno de los grandes implicados en la reflexión y discusión sobre esta marca identitaria regional, destaca la constante representación de un ‘ethos’ que explora continuamente las relaciones culturales en el marco de un espacio común de gran cultura artística y tradición cinéfila y que se sostiene por un complejo ecosistema de relaciones culturales, materiales e intelectuales que trascienden el campo cinematográfico específico de la ciudad de Córdoba.   Dentro de este ecosistema destaca la filmografía de María Aparicio (1992) que reúne las características mencionadas: una producción artesanal y orgánica, con gran cuidado en la representación realista de sus espacios y personajes y que entabla un diálogo abierto con la tradición plástica y humanista entera, mediante un tratamiento ficcional de temas monumentales de la experiencia social y de la experiencia interna. 

  En su primera película, Las Calles, Aparicio documenta el proceso de bautismo del espacio por parte de una comunidad de Puerto Pirámides en donde narra la sustitución de la numeración de las calles por nombres, la transformación de un número de serie por un nombre propio.

  En su segundo trabajo, Sobre las nubes, que al igual que la anterior cuenta con fotografía de Santiago Sgarlatta, la realizadora logra retomar la exploración sobre el sentimiento de comunidad y se vale del espacio y de personajes realistas y reconocibles para comunicar una experiencia estética trascendental que emplea la marca identitaria de la ciudad de Córdoba para situar un mantra sagrado. 

  En Las cosas indefinidas, su tercer filme, María Aparicio construye una reflexión amplia sobre la muerte, el duelo, el cine, la invidencia, los medios fílmicos, la ciudad, la amistad y lejos de ser una colección de temas y preocupaciones autorales, presenta un texto fílmico que nuevamente se vale de elementos de alto detalle y valor plástico en sí mismos para transformar, a la manera de un prisma poligonal que tuviera estos temas por caras y por conectores el trabajo y la materialidad del cine mismo, la marca identitaria en un panegírico luctuoso meta-cinematográfico.

  A propósito del estreno de este filme en el festival de cine de Marsella, tuve la oportunidad de dialogar con la directora sobre esta película. En la entrevista, Aparicio ahonda en los procesos internos y externos que la llevaron a desarrollar este largometraje. La película narra la historia de Eva, una profesora y editora de cine que se encuentra trabajando en un documental sobre personas con ceguera. A su vez, Eva parece haber perdido el entusiasmo por el cine, sumado a un estado de duelo que atraviesa tras la muerte de un amigo cercano. Mediante el trabajo que realiza con el material de la película que edita, la protagonista logra apuntalar una reflexión profunda sobre el quehacer cinematográfico, la materialidad del medio fílmico y la fugacidad del cuerpo y la memoria.


Comenzamos la conversación con la pregunta de qué representan las flores para la directora, ya que en este filme y el anterior se puede apreciar la recurrencia de un ramo de flores blancas que acompaña a la protagonista. A esto, María Aparicio contó que las flores son un elemento que estuvo presente en la casa de su infancia, un ramo de flores blancas de temporada que su padre regalaba a su madre y cómo esto pasó a simbolizar una belleza obrera y la transitoriedad de la vida, ya que se regalan las flores tanto para saludar al amor como para despedir a los muertos.

  La directora resaltó también el desafío estructural que quiso plantearse con esta obra, ya que la película es una ficción que contiene un documental y que está en diálogo con la película Tres D de Rosendo Ruiz, considerada como la primera película contemporánea cordobesa.


María Aparicio

MA: Hay un término en francés que se llama mise en abyme, puesta en abismo, que consiste en una historia contenida dentro de otra. Hay un armado de ficción que de alguna manera contiene a una segunda película que es la de los ciegos, por lo que podríamos hablar de dos películas en una, digamos. Pensé esta historia de ficción en donde el montaje podía ser esa puerta que nos permite pasar de una película a otra, como si las conversaciones que ellos tienen fuesen ese pasadizo entre una película y la otra. Se vuelve un poco laberíntico. A veces yo me pregunto qué imaginará alguien que la ve, si pensará que la película de los ciegos existe realmente. Todo eso es puramente documental, porque nosotros entrevistamos a diez personas con ceguera y con base en eso construimos toda la parte del material de esa película que Eva edita. 


AV: Los testimonios de los chicos parece que están reflexionando sobre la desaparición de material del medio fílmico, ¿pero cómo anclas esto con el duelo? La muerte del personaje de Juan es el detonante de la historia, mientras que Eva está egresando del cine y esto la regresa.


MA: Antes que la historia de Eva, antes que el montaje, antes que los ciegos, yo tenía un montón de preguntas o inquietudes sobre la transición entre el mundo analógico y el mundo digital que es algo que excede a las imágenes, en definitiva. Ese fue el verdadero origen de la película  que después fue encontrando su forma en esta ficción.


AV: Como menciona Eva al principio, si el siglo XX es un archivo del siglo XX, el siglo XXI será una copia digital del siglo XXI.


MA: Sí. Entonces ese fue el origen de la película. Cuando era adolescente, empecé a sacar fotos analógicas. En mi casa había una cámara analógica que era de mi papá; entonces, cuando iba al cine y veía las proyecciones en 35 mm (todavía se proyectaba siempre en 35 cuando yo estaba en el secundario), había algo de eso que a mí me conectaba con esa materialidad fílmica de las fotos que yo sacaba. Y bueno, con la aparición del cine digital todo empezó a cambiar un poco. La práctica del cine se modificó por completo, las posibilidades se expanden, también hay otras que se limitan, realmente es un cambio muy radical. Siempre me interesó mucho pensar en eso. Creo que como cineastas que no accedemos a grandes presupuestos, las historias que podemos imaginar se expandieron un poco con el digital, porque de repente podemos pensar en filmar con muy poco dinero, bueno, toda esa idea… Entonces yo decía: “Quiero hacer una película sobre esto”, pero todas las ideas que se me ocurrían eran, no sé, ir a entrevistar a un director de fotografía que filmó en fílmico y ahora filma en digital o esa idea de documental más clásica, de investigación, y no me parecía interesante. Entonces fue cuando dije:  “¿Qué pasa si esto adquiere una forma de ficción? ¿Cómo esto puede ser una ficción, una historia que se cuenta?”. Y ahí pensé que quizá podía inventar un personaje que se dedica a editar películas, porque de algún modo el montaje es una tarea que trabaja con la naturaleza de las imágenes, con cortar y pegar, con manipular la duración, con buscar el sentido en función del orden que se otorgue a esos planos. Entonces dije: “Capaz que el personaje puede ser una mujer que se dedica a editar películas y ¿qué pasa si en vez de ser una editora joven es una mujer grande, que ya edita hace mucho tiempo? ¿Y si esta mujer está un poco desencantada de su oficio, si no encuentra muchos motivos para seguir creyendo en eso que hace? ¿Cómo se puede filmar ese momento de duda sobre el cine?”. Creo que en ese momento yo estaba atravesando por algunas preguntas parecidas a esas, así que hay algo de la película que de algún modo me lo digo a mí misma.  


AV: Como una manera de reconciliarse con el oficio…


MA: Al final de la película, Rami le dice a Eva: “Las películas son más generosas de lo que creemos”. Si uno quiere o puede estar atento a ellas, las películas nos pueden dar mucho. En definitiva, creo que terminó siendo un poco eso, un personaje que está desencantado con esta tarea a la que le dedicó toda su vida y que está buscando maneras de seguir adelante. 


AV: Siento que tu película expresa esa misma nostalgia cuando Eva lee el texto sobre la película de Bresson que es la distancia de un punto a la casa de su infancia. 


MA: De ahí sale el nombre de la película. Es un texto de un cronista que escribió sobre el rodaje de Las damas del bosque de Boloña, una película de Bresson filmada en el 45, en plena Segunda Guerra mundial. El libro se llama Sombras de un sueño, de ahí sale ese texto que Eva lee. Es un fragmento que me gusta mucho porque creo que de algún modo cristaliza algunas de estas ideas sobre la materialidad de las imágenes fílmicas de una forma sencilla y casi poética. “La película tendrá dos kilómetros y medio. La distancia que separa Villeneuve-sur-Lot de la colina de Pujols que yo veía desde mi ventana en mi infancia, en la que un pino cada día alzaba para mí el estandarte del alba”. Eso es literalmente la posibilidad de extender el rollo de película que luego se traduce en una distancia específica que es también la posibilidad de un recuerdo. Y luego “todos esos personajes que se dirigen en las películas hacia cosas indefinidas”, pensaba en Eva, aunque en definitiva todos estamos todo el tiempo dirigiéndonos hacia cosas indefinidas, porque es como una característica de la vida, me parece. 


AV: Tratar el tema del archivo histórico te sitúa políticamente respecto del presente, ya que el tema del archivo fílmico se pude tomar como una metáfora de la memoria y de los procesos estructurales dispuestos a suprimir la historia.


MA: En nuestros países me parece que uno nunca puede sentirse del todo tranquilo y creo que una trabaja para nunca estar desentendida de lo que pasa alrededor. Para mí, las películas son algo así, una manera de intentar trazar un diálogo permanente con eso que pasa afuera de nosotros. Y en relación a los archivos hay una urgencia particular, porque Argentina no tiene una cinemateca que cuide su patrimonio fílmico. Sobre eso hay mucho que se puede leer, porque el Museo del Cine de Buenos Aires viene dando esa lucha desde hace mucho tiempo. Es una tarea que debe emprender el Estado, porque por más coleccionistas privados que haya, es un asunto demasiado gigante para que recaiga en personas individuales. La mayor cantidad del cine mudo argentino está perdido; del mundo en general, de Argentina en particular. Pero no solamente es un problema del fílmico, sino que también es un problema del cine digital. Las películas digitales que se hacen ahora están alojadas en discos duros y nada garantiza que esos dispositivos vayan a funcionar de acá a cinco años, dos años. Algo de esto intentamos esbozar en lo que le pasa a Eva con el disco de su amigo. Eso es algo que a mí me pasó, porque hace unos años murió un amigo cercano con quien estábamos editando un corto. En el momento de su muerte en mi casa había quedado ese disco duro de él, y para mí era muy extraño sostenerlo y pensar que allí dentro había archivos con mucho valor emocional, pero que sin embargo no estaban en ningún lado, sólo existen si este disco se enchufa a una computadora y se les reproduce. Son ceros y unos, una imagen fantasma en realidad, un archivo fantasma. De hecho, Paula Félix Didier, la directora del Museo del Cine, siempre dice eso: que un rollo de película vos lo extendés y ves lo que hay ahí, pero con un disco duro no; es un pedazo de plástico, metal, circuitos eléctricos que no sólo contiene imágenes, puede contener texto, puede contener música, la especificidad del formato se pierde. De una forma un poco forzada, pensé que había un punto en el que todas esas preguntas acerca de la digitalización de las imágenes podrían conectarse con la idea de la muerte. Sin ninguna intención de hacer un vínculo con esas teorías acerca de la muerte del cine en las cuales no creo en absoluto, pensé que cuando hablamos de la digitalización o de la muerte, estamos ante una discusión existencial. 


AV: ¿Nos puedes contar un poco sobre la realización de esta película? Tu experiencia refleja los temas de realización que enfrentan los directores en Córdoba, quienes en su mayoría son menores de 40 años de edad.


MA: Las cosas indefinidas es una película que hicimos con un equipo de doce personas, un poco menos, capaz, variando entre jornadas, a veces más, a veces menos. Filmamos en dos semanas la parte de ficción, la parte de documental se filmó a lo largo de un tiempo, pero no fueron más de dos semanas. Es una película que empecé a diagramar cuando fue la pandemia. Entonces yo pensaba cómo filmar con lo que estaba más a la mano: Ramiro es mi pareja, Eva Bianco es actriz, la conozco desde hace mucho tiempo, la casa donde vive el personaje es la casa donde yo viví toda mi vida. En fin. Creo que también está dando vueltas la idea de que en cualquier lugar puede haber una película, entonces por eso se ve Córdoba, por eso se ve la ciudad, por eso se ven los espacios en los que ando, porque en definitiva en todos esos lugares encuentro materiales, cosas para pensar. Cuando yo entendí eso y supe que tenía alrededor mío personas con las que podíamos pensar y hacer cosas dije: “Bueno, no hay que renegar de la imposibilidad, sino hay que apropiarse de esa imposibilidad y usarla a nuestro favor”.


AV: Claro, hay un interés muy fuerte en Córdoba de apropiarse tanto del lenguaje cinematográfico como de sus circunstancias materiales y espaciales y, como en Sobre las nubes, tú te vales de esos materiales para contar algo más.


MA: La escena del final, cuando ella se cruza con Milagros y con Facundo, tenía que ver con la cuestión del desencanto con el cine. Esto es algo que los editores, los montajistas lo dicen frecuentemente: están editando una película durante mucho tiempo y van al estreno y están los actores, que ni conocen a los montajistas, pero los montajistas estuvieron ahí durante días editándolos, cortando y moldeando los diálogos y escuchando su voz, entonces sienten que los conocen. Como en ese encuentro que se da cuando Eva mira a Milagros y Facundo. Ellos no tienen ni idea de quién es ella, ni siquiera se enteran de nada, pero me gustaba pensar que ese momento está habilitado solamente por el cine, porque Eva está editando una película que los tiene a ellos de protagonistas y por una cuestión extraña de la vida se cruzan en esa esquina en medio del lío de la ciudad. Se produce entonces un pequeño secreto o milagro. Eso que solamente tiene un sentido para Eva, porque nadie más sabe qué es lo que está pasando ahí, es algo que se habilita por el cine, por la existencia de la escena cinematográfica, de las películas y del hacer películas; entonces me gustaba pensar que eso podía tener un sentido para Eva, en medio de toda esta cosa un poco cínica en la que ella está.